Claves para ser una mamá de diez
Si tienes la fortuna de tener a alguien en tu vida que te llama mamá, o bien, lo hará en poco tiempo, FELICIDADES, seguro ya eres una súper mamá. Aunque, como toda buena madre, nunca cesa la idea de mejorar el papel que nos regaló la vida y en el que no hay peor juez que una misma.
Si bien, no hay un instructivo o guía que ayude a la desafiante tarea de ser una buena madre, contribuye en gran medida el echar mano del instinto materno acompañado del amor más puro y sincero que se experimenta al estar con esas personitas. Estas son las constantes que han acompañado a generaciones enteras.
Pero ¿es posible sumar durante la crianza a través de acciones que favorecen y complementan de mejor forma a los hijos? Seguro sí, echa un ojo a estos puntos que pueden ser la diferencia:
La palabra MAMÁ trae consigo muchas bendiciones y amor del bueno, pero también, se hace acompañar de responsabilidades y sinsabores. Es una palabra para la que, si así lo quieres, eres el traje a la medida. Sólo sé tu, disfruta y confía.
Sé consciente de que tu hijo es una persona con los mismos derechos que tú y de los que te aseguras de disfrutar y hacer cumplir. Sin importar que tenga 3, 5, 15 o 50 años, tiene el mismo derecho de ser tratado como a ti te gustaría, de poder opinar y no sólo obedecer, no dudemos en fortalecer y dar confianza en la toma de decisiones.
La relación con tu pequeñ@ se fortalece cuando se acompaña de amor y se rige a través del respeto. Siendo este segundo punto el que define tu actuar para con él, cada palabra y cada enseñanza. Donde hay respeto, cabe todo, es un facilitador.
Nos resulta muy fácil ser empáticos con los amigos, somos altamente tolerantes y controlados, aún cuando realizan acciones poco amables, y por extraño que parezca, no nos damos cuenta de cuánto dejamos pasar y no ahondamos en castigos o regaños para corregir estos actos. Pero la historia cambia cuando la acción desfavorable la realiza nuestro hijo, es cuando desde lo más profundo se emiten juicios, regaños, castigos, que demuestren que no permitimos tal conducta. En este y en todo momento, recuerda que es justamente con tu hijo con quien principalmente debes practicar la empatía.
Valida sus emociones, dales oportunidad de sentirse enojados, tristes, celosos, envidiosos o cual sea, y después, muéstrale de la forma más empática cómo manejar las situaciones.
Tu autoridad, tu fortaleza y todo lo que pueda enmarcar límites o consecuencias en los niños son transmitidos desde el ejemplo, ellos son espejos, aprenden y afianzan el conocimiento cuando te ven enfrentar y sobrellevar cualquier situación. Desde los hábitos buenos y no tan buenos, la forma de hablar y relacionarse, gustos, decisiones… Los padres son donde tiene origen el efecto dominó en las conductas de los hijos.
Ya eres una mamá de diez, de cien, de mil; estás viviendo una de las experiencias que más se disfrutan y valoran. Sólo vive el proceso y fluye de la mejor forma. Desarrollemos la escucha activa y lo mejor de nosotros, emanará. No me canso de repetirme: soy una mamá de 10, porque cada día agradezco tanto verme reflejada en esos ojitos que sólo ven y piden lo bueno que hay en mi. ¡Confía, si lo haces con el corazón, lo estás haciendo bien!
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