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Yoga Facial: Guía básica para principiantes

  • Foto del escritor: Angelica Santos
    Angelica Santos
  • 1 jul
  • 2 Min. de lectura

Siempre hablamos de la importancia de cuidar nuestra piel con productos y métodos estéticos. Pero hoy vamos a explorar otra alternativa que también puede ofrecer buenos resultados: el yoga facial.


Esta técnica se ha popularizado mucho, ya que promete tonificar los músculos, prevenir e incluso reducir las arrugas, y dar luminosidad a nuestro rostro.


Al igual que el yoga tradicional, este ejercicio estimula la circulación, nutriendo las células al mejorar el flujo de oxígeno. Su objetivo es rejuvenecer, dar elasticidad y liberar la tensión acumulada, especialmente en la zona de la mandíbula y el cuello. Además, puede esculpir el contorno facial desde los pómulos hasta el cuello, moldeando tu rostro de forma natural.

Si te interesa, puedes encontrar cursos o videos en internet sobre los mejores ejercicios. También puedes acudir a un experto que te ayude a crear tu rutina. Aun así, te brindamos algunos ejemplos para comenzar esta práctica.



Repite cada ejercicio 10 veces. No necesitas nada en particular para realizarlos, pero puedes acompañarte de algún aceite o crema que disfrutes por su aroma, textura y/o propiedades. Y, si lo deseas, complementar con una guasha.


  • Empieza de arriba hacia abajo, comenzando con la frente. Con las yemas de tus dedos, presiona hacia abajo tus cejas mientras intentas levantarlas durante 5 segundos.


  • Continúa con tus ojos, coloca tus dedos en las esquinas externas mientras entrecierras los párpados y elevas la mirada.


  • Sigue con tus pómulos, presiona con las yemas sobre ellos haciendo pequeños círculos mientras sonríes con los labios cerrados.


  • Succiona las mejillas tanto como puedas durante 30 segundos mientras las tocas con los dedos. Luego, llénalas de aire lentamente, pasándolo de un lado a otro por otros 30 segundos.


  • Ahora es el turno de los labios. Ábrelos haciendo una “O” durante cinco segundos.


  • En la mandíbula, haz un pequeño pellizco debajo de la barbilla con el dedo índice, medio y pulgar. Presiona y suelta a lo largo de la mandíbula, hacia la oreja.


  • Finalmente, vamos a la papada. Inclina tu cabeza hacia atrás mientras empujas tu mandíbula hacia adelante. Complementa dando pequeños toques en tu cuello con las yemas de tus dedos.


Sigue esta rutina con constancia y verás cómo tu rostro va cambiando poco a poco. Al finalizar tus ejercicios, puedes complementar con una rutina de cuidado facial, que dependerá de tu tipo de piel, pero trata de incluir siempre productos que hidraten y nutran.


Es importante recalcar que, aunque es una práctica sencilla y aparentemente sin contraindicaciones, es recomendable tener cuidado si tienes piel sensible o con acné, si has realizado cirugías faciales o tratamientos estéticos recientemente, o si sufres de trastornos temporomandibulares. Lo mejor es consultar a tu médico antes de realizarlos para asegurarte de que sean seguros.

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