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PAPÁ MALVAVISCO, EDUCANDO SIN LÍMITES


En la mayoría de las casas mexicanas, los adultos de hoy en día crecieron en un ambiente familiar con reglas muy estrictas, en donde los castigos, la chancla y las llamadas de atención fueron el eje de formación. Actualmente, aquellas conductas son signo de alarma, pues ahora los padres se detienen y se reprimen para no repetir patrones que ellos reprobaron en su infancia. Ahora es mayormente empleada la psicología y la negociación con los hijos, dejamos a un lado la fuerza y ocupamos el manejo de emociones y el racional de las acciones.

Es un tema constante de los chistes hacer la remembranza de la mamá con la chancla voladora, la mirada intimidante y la efectividad de un zape. Quien creció entre la algarabía del retrato antes mencionado, ahora busca educar siendo un papá o mamá más amable; sin embargo, y como en todo, es preciso establecer un punto medio en donde la situación no nos rebase y no caer en el rol de un papá malvavisco.

Entendemos que un papá Malvavisco son adultos que tienen entre 30 y 45 años, fueron educados dentro de esquemas muy rigurosos y eligen ser suaves como un bombón, dulzón con los hijos, porque no tiene claros los límites; así lo define la especialista en Estudios Psicológicos de la Infancia, Claudia Sotelo Arias.

Los hijos de estos malvaviscos suelen tener comportamientos en donde es notorio la falta de autoridad, la inclusión de hábitos en su día a día y la alta permisividad que experimentan en cualquiera de sus demandas. Los siguientes puntos no son determinantes para evaluar si estás educando bajo suaves reglas, pero si son señal de que pudiera iniciar una situación importante de comportamiento que finalmente repercutirá de forma negativa en los niños. A veces sin querer dañar, lo hacemos, por lo que les sugerimos parar antenas y evalúen el papel que están desempeñando:


  • El niño no tiene horarios de sueño.

  • Cuando es momento de comer, decide que quiere lo que preparaste y pide otro menú. A lo cual, tu accedes, con tal de que coma.

  • Si se le niega algún juguete, actividad, cosa; la reacción del niño se torna hacia un berrinche de grandes magnitudes.

  • No hay respeto a la figura de autoridad que representas, haciendo su voluntad, a pesar de alguna indicación contraria que hayas indicado.

  • En la escuela, es común que te reporten faltas de disciplina y de conducta.

Atender estos focos o alertas es imperante cuando se identifican, creamos niños que se sienten frustrados, sus capacidades de socializar y trabajar en equipo se aminoran. Además, el mar de sentimientos que el niño puede experimentar puede ser tan molesto como el que el papá experimentó cuando fue criado entre reglas estrictas.

Recordemos que debe haber equilibrio en nuestras vidas, no muy dulce y definitivamente, no muy amargo. Busquemos ese punto medio que permite hacer fluir la vida misma, sólo aprende a leerte y a tus hijos.



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