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HAMBRE EMOCIONAL: TUS EMOCIONES DEFINEN LO QUE COMES



¿Alguna vez has sentido que necesitas comer algo cuando realmente no tienes hambre? ¿Sientes ansiedad, enojo, o tristeza y crees que comer es la mejor forma de calmar tus emociones o sentirte feliz de nuevo? Lamentamos decirte que eso, no es hambre. Es un problema psicológico llamado alimentación emocional o hambre emocional, y es más común de lo que crees, pues muchas personas, recurren a la comida como nuestra zona de confort o tranquilidad, pero, ¿por qué lo sufrimos? Aunque hay varios factores los más comunes son:


No saber manejar nuestras emociones: Este ocurre también en muchos hombres, aunque no son los únicos, donde les han enseñado que deben comportarse de cierta “manera” para representar su “masculinidad” donde no pueden mostrar sus sentimientos. Se vuelven incapaces de manejar y entender sus emociones, por lo cual prefieren “sofocarlas” con comida.


Aburrimiento o sensación de vacío: Una de las más comunes, comen como distractor.


Hábitos desarrollados: Algunos crecieron con una mala relación con la comida. Sus padres la usaron para castigar o premiar, y se convirtió en un indicador de conducta. Además de que pueden comer por nostalgia o para recordar un momento de la infancia.


Influencia social: ¿Les ha pasado que se juntan con personas y terminan comiendo más de lo que querían? También sucede con el alcohol y el tabaco.


Estrés: Cuando tu este es crónico, la hormona que lo controla, el cortisol, provoca antojos de alimentos que te darán energía y placer, como los dulces y las cosas fritas.


¿Cómo podemos evitarlo? Lo primero es identificarlo. Debemos saber cuándo realmente tenemos hambre o simplemente es emocional. La primera se incrementa con el tiempo, se siente en el estómago y sientes saciedad después de comer. Mientras que la segunda llega de forma repentina, aunque comes no te sientes satisfecho, pero si avergonzado y/o culpable, además es por algo en específico, como los antojos, específicamente por comida chatarra, frita o procesada.


Después, debemos tomar terapia. Por años nos han hecho creer que las personas que van a terapia están locas, y no podrían estar más equivocados. De hecho, una persona sana debe ir al menos 2 veces al año a terapia. Buscar ayuda psicológica te ayudará a encontrar la raíz de tus problemas emocionales y con ellos poder superarlos. No es fácil, pero créanme, después verás el mundo de otra forma.

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